jueves, 17 de noviembre de 2022

Se me olvido el diario de viajes

Este viaje atropellado ha sido planeado con meses de distancia. 
No me molesta en lo absoluto, digo, siempre mis viajes han sido medio atropellados, mal planeados, más espontáneos, sin embargo, en no poca ocasiones, siempre me olvido cosas, o se rompen, o se sueltan, o me queda un tramo que no resolví y que debo resolver a última hora...
Pero por lo demás, este viaje es una experiencia nueva: es redescubrirme, redescubrir viajar después de años de pandemia, de encierro…
Bueno, no puedo explayarme demasiado, algunas cosas quiero reflexionarlas antes de olvidarme.
Vamos con el Itinerario: Me cambiaron los vuelos: genios de AAAA me pusieron primero el tramo Bs. As a Neuquén y luego Tuc-Bs.As. Eso significó un día obligatorio a Buenos Aires. Aprovechemos, dije. Gracias Marina por el depto! Si no fuera por eso, me quedaba dando vueltas por la ciudad. Sigo peleando contra el sueño y el cansancio, pero en el mientras, aprovecho los picos de serotonina y me mando a conocer, a ser generoso, a habar con todo el mundo.
7:30 de la mañana del martes 15 de noviembre y ahí estoy yo, conociendo a Blanca Espíndola, una mexicana fascinante y maravillosa. Ya la había conocido sin saberlo, el viernes anterior, en la bolicha conocida de siempre. Pero no lo supe hasta que se lo pregunté. Hecho está!Hecho está!Hecho está!. Me encantó aprenderlo. Lindo verla a María Elena, después de tantos años. Precioso nene. Lo vi a Sergio R. pero fue un fugaz encuentro.
Visita obligada luego a Fulbright Arg. Con quienes estoy inmensamente agradecido y a quienes les debo demasiado como para que me alcance la vida. Llevé regionales porque quién no ama azucar concentrada en una piedra dura, rompedientes, como los alfeñiques. O las tabletas que luego de una mordida si no te da diabetes, le pega al palo.
Siestita… sueño maldito… Varias horas en el balcón admirando la ciudad. Quise ir a pasear, pero me ganó el cansancio de dos días de dormir tres horas, como siempre pasa antes de un viaje.
Cena con Josefina, otra becaria. Gracias por compartir las ansiedades, los deseos y las expectativas. Tengo que aprender mucho de mí.
Me dormí tarde, desayuné temprano. A las 11 ya tenía que ir al aeropuerto. Seggundo vuelo. Mi combustible son los vuelos. Acá no hubo gentes nuevas. Salvo peronista aleatorio con el que compartí la primera clase… (Clase por millas, no por dinero). Me acompañaron las palabras de Gaby, que me emocionaron y que me hicieron pensar en el valor de la vida.
La gente del congreso se re mil portó con el charter para trasladarnos hasta la puerta del alojamiento. El depto también inmejorable. Ricardo se re mil porta con sus huéspedes. También regionales para fomentar su diabetes.
Inmeso departamento. Baño impecable. Habitación comodísima con aire acondicionado. Cocina toda equipada. Living comedor bello. Mapa de la ciudad, recomendacinoes. Un chino a una cuadra con precios más bajos que los de Tucumán. General Roca es precioso también. A media cuadra, un brazo del Río Negro que alimenta lo que sospecho es una represa. PEro puedo sentarme bajo un árbol en este clima seco, rodeado de Álamos y árboles locales. Pasto verde, regado por el mismo río.
A la noche, tras el humo, una pareja de dos ruedas, como me contó Gaby en el vuelo, acurrucadas en el amor. Jovenes en bicis por todos lados, y la tranquilidad de la que me olvidé allá, sin tener a dónde ir para sentarme tranquilo a meditar, como puedo hacer aquí todo el tiempo.
Jueves a la mañana. La conferencia inaugural, que felizmente cargaron a YouTube fue impecable. Las Humanidades (digitales o no) siempre deben trabajr por la justicia social. 
La bienvenida, en español y mapuche, es una muestra de las conquistas y las resistencias. En General Roca, donde todo se llama Roca, la universidad habla en Mapuche para recordar la insurrección. El tambor que suena, es también una resistencia en el 2022.
Luego mesa de ponencia extraordinaria, con intercambios riquísimos y un público genuinamente interesado en intercambiar los datos, las metodologías ,las dudas, los logros y los fracasos.
Ahora a la noche, paseo por el centro, el primer helado de este último verano argentino que tendré. A lo lejos los relámpagos. A la vuelta una última parada en la costanera, para contempla otra pareja, apurada por la inminente tormenta. El río rápido, los rayos a lo lejos y el sonido de la campana de catedral con los truenos.
Fue breve, pero como me dijo Gaby el lunes antes de venir… cuando pasa la tormenta, por ahí llega la lluvia y luego llega la esperanza…
Que no me olvide de los gigantes que miran al sur, ni del amor, ni de los ríos y la paz.

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