jueves, 14 de septiembre de 2023

Tantas cosas que contar...

 Uff... ¿Por dónde empiezo? 

Tenía 09 años... y mi mamá, que ya por ese entonces estaba lidiando con la angustia de saber que pronto se iría, me introdujo a dos mundos que no conocía aún: la música y los idiomas. Ya en casa teníamos un piano, se lo compramos a mi tío por 70 pesos (pesos dólares...) en el 97... Ya teníamos una computadora, regalo de mi Tío Guillermo, que luego también me apadrinara en los años de escasez en mi aprendizaje de idiomas. Mi mamá decidió entonces en el 99 inscribirme simultáneamente a piano y a inglés. El primero en el conservatorio provincial de música, el segundo en la Asociación Tucumana de Intercambio Cultural Argentino-NorteAmericano (ATICANA). Y no me presionó, me dio a elegir, si continuar con ambos, o continuar con uno solo. 

Una hermana de mi papá, mi tía Rosita, vive en Estados Unidos, nos había visitado recientemente por los 80 años de mi abuela paterna, y esa visita había dejado una gran impresión en mí. Mi mamá, aprovechando los avatares, me compró con la idea de que podía viajar a los estados unidos si era el mejor alumno. Eran los 90 en Argentina, yo era muy chico, pero dicen los que saben que ya entonces se presagiaba la tragedia. Sin embargo, era cierto, los mejores alumnos viajaban a Estados Unidos al terminar sus estudios, por un par de meses... Esa promesa tardaría muchos años en cumplirse para mí... lo que vino después fue la crisis y muchos sinsabores para mi familia, que en ese momento había quedado reducida a mi papá y yo.

A los 15 años, mientras terminaba la cursada, habiendo sido el mejor de mi promoción, asistí a una charla sobre unas becas Fulbright. Para ser muy sincero, sólo recuerdo el nombre de la presentadora, una profesora llamada Susana, y que uno podía acceder a unas bibliotecas inmensas, estudiar en universidades reconocidas internacionalmente y (sí, seré muy honesto) todo gratis.

¿A quién no compran con la promesa de un viaje gratis? (Probablemente a mi ex, pero no hablaré de ese tema)

Han pasado 18 años desde entonces... lo que demora un pibe madurar según la ley argentina, es lo que me demoró a mí madurar esta idea. Pero aquí estoy, en la Universidad de Lehigh, en Belén, Pennsylvania, cumpliendo el sueño que tuve siempre. 




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